lunes, 23 de abril de 2007

República, ¿a quién le importa?

Tengo que reconocer que hoy me he levantado envidioso. Y además envidia malsana, sin lugar a dudas. Los franceses eligen presidente y votan más del 80%. Es decir, tienen la oportunidad de ejercer la democracia, y la aprovechan. ¡Qué envidia...!
Hombre, hay que reconocer que nuestra situación en España es más cómoda. No tenemos que pensar ni decidir entre candidatos a la jefatura del estado. No tenemos que ir a votar un domingo para elegirlo. Y podemos vivir tranquilos, porque el actual jefe del estado tiene consenso mayoritario, seguro que más del 80% de esos franchutes... o por lo menos, eso es lo que se encarga de vender prácticamente todo medio de comunicación.
Qué curioso, tiene que ser justo después de una diatriba de Jiménez Losatos en contra de la monarquía, cuando se acuerden de él desde el Vaticano... como si este periodista fuese un dechado de moderación (por lo menos en las formas) en otros momentos.
Viendo el clima de la última legislatura en España, sí parece que la gasolina que nos dio la transición se está acabando, y posiblemente haya que reformar alguna cosa de la constitución. Pero para mi desgracia, no creo que el clima actual propicie que la reforma se haga de manera razonable. Para mi, hay dos temas fundamentales, la forma del estado y el problema de identidad.
Con respecto al primer tema, ya podéis deducir que me declaro republicano. Pero me temo que no es algo que preocupe a la clase política. Somos una monarquía parlamentaria, y para mi sorpresa, todos los partidos políticos mayoritarios parecen estar cómodos con esta situación.
Con respecto al segundo, tengo mis ideas que desarrollaré en otro artículo. Sólo comento que es un tema que preocupa sobre manera a la clase política. Pero, ¿a qué clase política? Desde mi punto de vista, a la clase política que defiende los nacionalismos. Y esa preocupación se traslada a los partidos mayoritarios por búsqueda de apoyos. Como consecuencia, se abre el melón de los nacionalismos, pero desde una perspectiva interesada (partidos mayoritarios) y sesgada (partidos nacionalistas) y no desde un debate racional e integrador.

domingo, 15 de abril de 2007

Dorama y la ciencia forense

Como soy de procesar lento, hace días pensé que a los japoneses les encantan unas miniseries de televisión que conocen como "dorama", en las que los protagonistas son gente de a pie, que llevan sus vidas de mortales en casa, en la oficina, son operarios, ejecutivos, informáticos, locutores de radio y todas esas cosas que, para nuestra realidad televisiva parece que no existen. Les encantan esas series. El protagonista es protagonista porque muestra su mundo, el mundo alrededor de él, un mundo que podría ser el mío, el tuyo o el de cualquiera.

Por mi parte, estoy enganchado a las series americanas basadas en la ciencia forense. No me pierdo una: CSI, bones, sin rastro, mentes criminales... debo reconocer que, siendo europeo, la única forma de conseguir dorama es a través de internet, y los canales de TV abiertos me lo ponen muy fácil con las series yankies.
También debo decir que, aunque hasta donde yo sé, estas series policiaco-forenses utilizan muy bien el aspecto deductivo, pero fallan en las premisas y en la forma de operar: el argumento "se limpió con mi cepillo de dientes y mi madre lo adoraba, por eso lo maté" se me escapa un poco, así como el de encontrar un pelo del asesino en un lugar frecuentado por doscientas personas al día, pero en fin, a mí me distraen.

Con mi lento procesar seguí pensando: ¿por qué estas series tienen tanto gancho? ¿qué las diferencia del dorama? ambas describen gente que se pasa 31 horas diarias en el trabajo, que viven para él, sin embargo, ¿quién no querría ser Grissom? ;-) Él es un protagonista-héroe, que hace su trabajo, vive para él, resuelve el 99,99% de los casos... es un tío que no existe prácticamente. La mayoría de la gente que conozco no querría trabajar tanto... los dorama también describen la vida del nippon, metido en el trabajo todo el día, pero son gente existente -lo he comprobado personalmente-. ¿Qué nos hace querer ser el héroe que se enfrenta al asesino? ¿Qué tiene de "más interesante" que nuestra propia vida? Alguna vez lo he pensado, es el factor héroe. El héroe real es el que un día, sin pensarlo, se lanza al río y salva a alguien, o se mete en un edificio en llamas para salvar a un niño, o lleva diez años cuidando de su hermana mongólica... es uno que llevó una paliza por proteger a alguien y pasó un mes en el hospital. El héroe ficticio es otro, que todos los días se lanza al río, todos los días se mete en un edificio en llamas y por supuesto, no sabe de hermanas mongólicas y cuando lleva una paliza sólo tarda una escena en recuperarse.

Admito que ambos tipos de series son muy interesantes y entretenidas, que para eso es la tele, aunque desde que distingo a ambos tipos de héroes os juro que las veo de otra forma.

miércoles, 11 de abril de 2007

Reforma de las ingenierías

La verdad es que tenía planeado que el próximo post versara sobre política. Pero he decidido posponer ese tema ante el artículo con el que me he topado en la prensa diaria esta mañana. Básicamente, consiste en los planes del gobierno para eliminar la distinción entre ingeniería técnica e ingeniería superior, y juntarlas en un único título (o grado) de 4 años, dejando abierta la posibilidad de posteriores especializaciones en másters.

Por lo visto, esta reforma es necesaria para adecuarse a Europa, así que no tenemos posibilidad de elección. Sin embargo, no puedo dejar de sentir una cierta pena. Uno de los máximos valores, y a la vez lastre, del ingeniero superior español es su no especialización. Me explico. Los dos modelos, el actual y el propuesto, no son equivalentes. El actual no tiene tronco común, la ingeniería técnica y la superior son distintas desde la base. El modelo futuro provocará que los másters no puedan ser más que una especialización, pues se edificarán sobre una base ya establecida en el plan de estudios de 4 años.

El modelo actual español genera un grupo de profesionales con una base amplísima para poder desenvolverse en campos muy diversos y aportar a cada tema una visión rica e integrada de la ciencia que los ocupen. Eso es atractivo para el estudiante y muy útil para temas de investigación. Sin embargo, no es atractivo para las empresas, pues profesionales de ese tipo siempre requieren formación para adaptarse a un puesto de trabajo concreto.

Vista la situación del I+D en España, y la necesidad que tenemos de mejorar nuestra competitividad, puede que esta medida no sea perjudicial a la larga. Además, con el futuro modelo, países con ingenieros muy especializados, véase EEUU, tienen un gran éxito en la innovación.

Por eso hablaba al principio de pena, porque si la industria hubiese acompañado, con el modelo actual quién sabe hasta dónde podríamos haber llegado....